La ayuda de FADETA ha permitido la construcción de la nave, la adquisición de maquinaria y la dotación de instalaciones técnicas
Escamilla fue uno de los primeros pueblos de La Alcarria que comenzó a producir lavanda y que contó con una destilería industrializada. Pero la fuerte despoblación de los años 80 provocó una paralización y abandono de este cultivo. Hoy, las cosas están cambiando gracias, en parte, al impulso de jóvenes como Rafael Martínez.
Hijo y nieto de productores de lavanda, este joven emprendedor decidió apostar por su pueblo e invertir en él construyendo una destilería de aceites esenciales de lavanda y espliego. La idea surgió por los altos costes que provocaba transportar su considerable producción desde sus explotaciones hasta la destilería de otro municipio. Ahora, puede hacerlo él mismo y también prestar servicio a productores de la zona y a futuros productores que apuesten por este cultivo.
Experto en transformar los problemas en virtudes, ha creado una destilería que genera vapor mediante biomasa procedente de hueso de aceituna, de hueso de melocotón o de astillas. Esto les permite diferenciarse y ser más competitivos. En un futuro, el objetivo es completar la economía circular y conseguir que el vapor para extraer la esencia de lavanda se produzca del propio desperdicio de la destilación.
El hecho de funcionar con biomasa les obligó a retirarse del casco urbano para no perjudicar al pueblo con el humo. Por ello, también decidió invertir en la instalación de placas solares para poder funcionar aislados de la corriente eléctrica.
Actualmente, la destilería comercializa al por mayor, en mercados nacionales e internacionales. Sus clientes son productores de perfumes, colonias, jabones, champús y otros productos elaborados con lavanda.
Este emprendedor afirma que la lavanda ha supuesto más turismo y más empleo, pero insiste en que “no es sólo un cultivo turístico”. Por ello, pide a las administraciones más ayudas para los agricultores “porque si el agricultor no siembra, no avanzará como en otras zonas”, a lo que hay que añadir las fluctuaciones de los precios de las esencias.
“La ayuda de FADETA ha sido fundamental para hacer la inversión. Si no hubiera sido por ella, no me habría decantado por hacer la inversión en el medio rural”, señala Rafael, quien no duda en volver a solicitar su ayuda para futuros proyectos.
Este emprendedor predice un futuro prometedor para el medio rural porque “hay jóvenes interesados, salen alcaldes y concejales más jóvenes, está cambiando el prisma de los Ayuntamientos y se están haciendo mejoras para el pueblo”. No obstante, reclama menos burocracia porque “si ya cuesta emprender en un sitio donde la despoblación es acuciante, resulta desesperante que todo se demore”. En este sentido, pone de ejemplo a FADETA “cuya ayuda es rápida, sencilla y viable”.